viernes, 1 de agosto de 2014

Identidad, género e historia personal. Análisis del video "1977" de Peque Varela.



Me propongo analizar el video “1977” desde el referente de mi propia historia personal y teniendo como referencia los materiales y las ideas del curso representaciones culturales de las sexualidades de la Universidad Autónoma de Barcelona.
La tarea de tratar de conceptualizar, de crear un esquema de conceptos desde el que abordar la problemática de la construcción de identidad ligada al sexo-género y enmarcada dentro de una cultura y de una historia personal es bien difícil. En este escrito trataré de apropiarme del discurso que  cuestiona y trata de visibilizar los dispositivos a través de los cuales la cultura hetero-patriarcal impone una mirada y una dominación sobre lo considerado anormal.  La creación de un discurso emancipador es de la incumbencia de todos.
Como dice Krishnamurti:
Nosotros vivimos de palabras, y las palabras se vuelven también nuestra prisión. Las palabras son necesarias para comunicarse, pero la palabra jamás es la cosa. Lo real no es la palabra, pero la palabra se vuelve de máxima importancia cuando ha tomado el lugar de lo que es. (J. Krishnamurti, Cartas a las Escuelas, tomado de internet.)  
Como apenas estamos iniciando la tarea de intervenir el lenguaje para que sea más incluyente y no opresivo, y, de alguna manera estamos aprisionados en el diccionario de Maria Moliner, para citar uno de los textos que se nos proponen, no es fácil poner en palabras lo que algunas propuestas artísticas como el corto de animación “1977” de Peque Varela tratan de comunicar.
Nací en una familia de maestros, y tuve 6 hermanitas y un hermano. Me eduqué en un colegio público de niñas. Mi universo infantil era primordialmente femenino.
La protagonista del video, que llamaremos La peque, por su parte, ingresa en un universo mixto, y desde muy pequeña se siente presionada a unirse al grupo de las niñas y a asumir comportamientos específicos. Los juegos no son neutros sino que se participa en ellos desde la feminidad o la masculinidad.
En mi caso no fue así.  Se jugaba a la pelota simplemente o a “la mamá y la hija”, o sea a la familia. Pero esto era lo natural puesto que el modelo a seguir era el de mi madre, madre de muchas niñas.
La madre de La peque no parece haber sido un personaje determinante en la formación de su identidad. No se la muestra jugando con muñecas.
Luego viene el ingreso a la escuela y al espacio público.
La peque siente como violento el tener que usar ropa de niña, hacer planas con letras derechas, seguir normas para todo. Muchas veces siente un malestar en el vientre que se simboliza por un garabato interior con el que lucha…sin embargo parece lograr un cierto acomodamiento.
Pienso que al crecer en un universo tan predominantemente femenino, y tal vez por habérseme permitido ingresar con entera libertad al mundo de los libros, mi verdadero universo fue más interior que exterior. Pienso que crecí más como ser humano genérico que como mujer. Y eso es raro porque el ser humano genérico es el hombre. De modo que de alguna forma yo era hombre, en el sentido de ser humano genérico, antes que niña o mujer.
A propósito, y ya que como dice Meri Torras el cuerpo es la representación del cuerpo, nuestros cuerpos de mujeres, de niñas, de futuras madres, era lo que nosotros nos representábamos y eramos.
Nos proponían jugar al sol y al agua, usábamos pelo corto, pantalones…  en esto me identifico con La peque. Ella también parece haber sido ajena a las artes femeninas de la coquetería o de la seducción. No se sintió presionada a  para ser una niña bonita y logró vivir cómodamente en su cuerpo.
La normalización impuesta por la sociedad, y sobre todo por el padre, como para La peque, es representada por  la niña que es conducida través del tablero del juego de sociedad … pero esto en realidad es solo un juego… la vivencia interna, la realidad no logra ser aplastada.
Bueno, luego vino el asunto de la llegada de la primera menstruación. Como La peque, yo también oí la dichosa frasesita:
“ya es mujer”
Suena como una sentencia, una condenación a un sino desdichado…
Esa asociación de la mujer con lo biológico es algo aterrador. Los hombres creen que para una es natural, que de alguna manera una solo es una mujer, que si una se acerca a ellos solo lo hace como mujer y no como ser humano. Me ha pasado muchas veces. Es por esto que el dicurso queer me parece liberador no solo para quienes tienen un sexo ambiguo o algún transtorno de identidad de género…todas nosotras estamos en mora de asumir la identidad de seres humanos y punto, y de que se nos reconozca como tales. El rótulo mujer, de alguna manera deshumaniza.
Igual deshumaniza el tratar de ser macho… o lesbiana pura, o gay puro…
¿Qué otros aspectos podemos destacar del video?
Recuerdo que al tratar de asignar a María, aparentemente así se llama La peque, un género, surge la anomalía  y parece estar mal clasificada. Es María y está en el equipo de los hombres. Y peor, ¡le gusta otra niña!  Fatalmente llegan los insultos, la violencia que pretende enmarcarla, marimacho, marica…
Como dice Teresa de Laurentis
“El género, como la sexualidad no es una propiedad de los cuerpos o algo que existe originariamente en los seres humanos, sino que es el conjunto de los efectos producidos en cuerpos, comportamientos y relaciones sociales debido al despliegue de una completa tecnología política.”
Volviendo al video, finalmente La peque decide que no le van a importar los insultos como marica o marimacho y que no se va a amargar por lo que piensen los demás. Le da un puntapié a estos estereotipos  y se lanza a la vida son más estorbos.  Se me ocurre que quizás viva un lindo amor, como la protagonista de Te dejo, amor, en prenda el mar” de Carmen Riera, o, más probablemente, se dedique al cultivo de lechugas y de vez en cuando se reúna con sus amigas de Barcelona en El banquete de Safo

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